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En febrero pasado se conmemoraron 100 años del ordenamiento jurídico conocido en el país como Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y que a cien años de su promulgación hoy éste documento que rige la vida democrática, política, jurídica y demás aspectos ha perdido vigencia convertida en un catálogo de buenos deseos, donde impera la ley de quien detenta el poder para manejarlo a su antojo y gusto.  

Me parece que la también llamada Carta Maga  ha quedado rebasada por las actuales circunstancias imperantes en la época actual donde los mexicanos estamos postrados ante la indignación, la crisis de inseguridad y económica que se vive en el país.

 

Hoy por hoy la Constitución ha sufrido cientos de adiciones y reformas, ha perdido la esencia de lo que plasmó en aquel momento el Constituyente de 1917 en Querétaro hace cien años y  en otras circunstancias totalmente diferentes a las que se viven hoy en día. México no ha sido original en cuanto a lograr un sistema político propio sino por las influencias que para bien o para mal se han dado y para muestra Don Ignacio Ramírez aseveró que la Constitución de 1824 no era sino una mala traducción de la norteamericana, quedo asentado también para la historia   que la Constitución de 57 era una copia, con ligeras modificaciones de la norteamericana.  

Vivimos tiempos de desdén, de incertidumbre, donde los principios de justicia social han sido trastocados por los intereses de la clase pudiente, por encima de los sectores vulnerables. ¿Dónde queda el derecho a la educación en la actualidad? Con el embate al presupuesto y subsidio para las instituciones educativas cada vez más escatimado (art. 3º). ¿Dónde queda el derecho a salvaguardar las tierras propiedad de la nación? Donde llegan las transnacionales, empresas de autopartes, maquiladoras, consorcios hoteleros, mineras a llevarse la riqueza natural y pagar lo mínino, con un impuesto que no corresponde al saqueo de la nación, (art 27).  

 

1/2 CENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN

Doctor Paco Carlos Infante

Profesor de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.

¿Dónde queda la justicia social para el trabajador? Con una jornada laboral de no más de ocho horas laborables, nulas prestaciones o hasta desaparecidas, (Art 123).  

 

Y así podemos citar los artículos del 1 al 29 que corresponde a las garantías individuales  bajo el matiz de los derechos humanos que en este país para unos es un calvario hacerlos valer antes las propias autoridades e instituciones del Estado. Mientras seamos un pueblo no dado a la preparación y no exigir a quienes gobiernan decisiones que coadyuven en la vida democrática de México seguiremos postrados y de rodillas. En un libro del gran Don Emilio Rabasa titulado “Constitución y dictadura” asevera que los pueblos, cuanto menos cultos, más se asemejan a los niños en el modo de pensar, hay entre ellos de común un espíritu simple y sin malicia, que de buena fe va al error y honestamente produce fracasos en el individuo y catástrofes en los pueblos.  

Y aduce que esta situación determina el perpetuo conflicto entre la aspiración popular y la acción de los gobiernos que han de atenerse a las necesidades y no a los principios, porque los principios no obedecieron a las necesidades, ni se inspiraron en las realidades que dominan al fin por encima de todas las quimeras. Concluyo con estas hermosas palabras cargadas de idealismo revolucionario: “Mientras el pueblo tenga el derecho de hacer lo que el gobierno tiene la necesidad de resistir, el país vivirá en un estado de revolución latente, capaz de revelarse en cualquier momento de debilidad del organismo.” 

El pueblo de México decidirá el rumbo de la nación siempre y cuando salga del letargo en que se encuentra y para muestra es la inconformidad de la forma de gobernar, los resultados están a la vista, renovarse o perecer. 

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